viernes, 30 de abril de 2010

La Funcion por hacer

"El teatro no puede morir.
Forma parte de la vida misma; todos somos actores. Y aunque fueran abolidos y abandonados los teatros, el teatro seguirá en la vida, insuperable. Y siempre sería espectáculo la misma naturaleza de las cosas." ( Luigi Pirandello).

Os recomiendo una obra de teatro, sencilla, sin muchas pretensiones, pero con un resultado tan excelente, como sorprendente.
Una clase de interpetacion maravillosa, una version libre de la obra de Pirandello, "Seis personajes en busca de autor", donde se mezclan los personajes con los actores, y donde queda demostrada la importancia del autor.
Se remueven los sentimientos propios de los personajes, con los de los actores, y explica como el actor, a la hora de interpretar coge prestado los sentimientos y las sensaciones de los personajes, para moldearlos y darles forma, para tratar de transmitirlos al espectador.
Parece un lio, pero lo mejor es pasarse a verla, ademas de ser una representacion muy cercana, se representa en una sala pequeña, donde no caben mas de 150 personas.

Esta obra empezó representandose en el hall del Teatro Lara, los dias de descanso del teatro, luego salio de gira por algunas ciudades, y por fin regresa a Madrid, en la sala pequeña del Teatro Español, ademas a precios economicos, si vas los miercoles y jueves son 12€.

Autor: Luigi Pirandello. Adaptación: Miguel del Arco y Aitor Tejada. Director: Miguel del Arco. Sonido: Sandra Vicente. Iluminación: Juanjo Llorens. Intérpretes: Israel Elejalde, Bárbara Lennie, Miriam Montilla, Manuela Paso, Raúl Prieto y Cristóbal Suárez. Lugar: Teatro Lara. Madrid


Os dejo una critica sacada del periodico ABC:

Medular, directa, esencial, intensa, apasionante. Así es la versión vertiginosa y libre que Miguel del Arco y Aitor Tejada han empaquetado de «Seis personajes en busca de autor». Un trabajo, más que de adaptación, casi de reinvención, al estilo de concentración suma y tan respetuoso como desprejuiciado con que el argentino Daniel Veronese se ha aproximado a obras de Chéjov o Ibsen. Del Arco y Tejada parten del texto de Pirandello para culminar una obra diferente en varios aspectos pero fidelísima a la esencia de esa comedia por hacer, como denominó el dramaturgo italiano la hipotética obra no escrita a la que pertenecen esos personajes que buscan un autor.

Aquí son cuatro los seres de ficción corporeizados que irrumpen no en un ensayo sino en la representación de una pieza que enfrenta a un pintor y a su novia; cuatro criaturas con las pasiones a punto de ebullición: dos hermanos con sus respectivas parejas; el mayor mantuvo una relación con la mujer del pequeño, reciente madre de un niño que la esposa del primero aprieta entre sus brazos, pues el suyo murió. Cada cual enarbola el filo de sus pulsiones como arma y/o como escudo. El mayor sufre al revisitar obligadamente su drama, su mujer es un fantasma de maternidad desgarrada, el hermano menor parece un emblema de la fuga y de la ira, y la joven pareja de este ansía repetir la mezcla de placer y dolor que es su parte de la historia. Los dos actores de la obra interrumpida reaccionan ofendidos primero e interesados, subyugados, horrorizados después.
Y todo esto sucede a dos palmos de las narices de los espectadores, con los intépretes agitándose entre el público que los fines de semana acude al vestíblo del Teatro Lara, donde este montaje, estrenado hace mes y pico, es ya un urgente secreto a voces que ha reventado los termómetros de la expectación. Del Arco y Tejada han elaborado una magistral reinterpretación y puesta al día de un texto clave del teatro universal: conservan y revitalizan la columna vertebral de la función, han podado algunos excesos retóricos, perfilado el meollo fundamental, rebozado en humor parte de la metateatralidad y dejado limpio de redundancias ese sutil juego conceptal entre lo verdadero, lo real y lo representado.
Miguel del Arco imprime a la representación un ritmo eléctrico y los seis actores le responden como instrumentos ferozmente afinados. Israel Elejalde mantiene en vilo la contención dolorosa del hermano mayor, Manuela Paso resume su tragedia de madre en un grito estremecedor y en sus lágrimas de mujer aterida por el espanto, Raúl Prieto interpreta al hermano pequeño con el peligro cosido en los ojos y la furia bailando en cada gesto, Bárbara Lennie trenza naturalidad y verdad al exhibir una voracidad sensual sin pudor ni remordimientos, Cristóbal Suárez sabe mirar a esos personajes que han hecho trizas su función con afectada pertulancia y también con fascinación por el material bullente que tiene ante sí, y Miriam Montilla sirve con vigorosa ironía a la actriz iracunda y mordaz que retrata los tics de su profesión. Un gran espectáculo que merece continuidad.

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